Está previsto convertir el edificio en una casa de cuatro dormitorios con cocina en la primera planta y un comedor con vistas panorámicas desde las ventanas de la antigua sala de control. La casa estará abierta al público algunos días. Ahora mismo, varias habitaciones de la planta baja están en mal estado y es peligroso estar en ellas, por lo que están valladas con cinta de señalización. Sin embargo, Mark Cox, conserje jefe de la fundación y director del proyecto, confía en que se conserve gran parte del material original. “Todo el metal se limpiará de óxido y, si se ha conservado lo suficiente, podremos procesarlo”, afirma.
“Este yacimiento sirve de recordatorio de un periodo importante de nuestra historia”, afirma Stanford. – Tenemos que salvar el edificio mientras podamos. El resultado será asombroso”.