Y cuando tu hemisferio izquierdo empiece a exclamar enfadado “¡Por qué siempre me pasa esto a mí!”, simplemente categoriza ese pensamiento como una “molestia”. Esto ayudará a enfriar la amígdala cerebral y devolverá el control al córtex prefrontal.
Poco a poco, las exclamaciones y quejas del hemisferio izquierdo serán cada vez más silenciosas. Te resultará más fácil centrarte en lo positivo.
Así es como entra en juego la atención plena.